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Cómo saber cuando ir a terapia

  • Foto del escritor: Sandra Rojas Cisneros
    Sandra Rojas Cisneros
  • 13 feb 2019
  • 3 Min. de lectura

“Sólo los locos van al psicólogo”… y otras historias de terror de la desinformación.


La creencia de que solicitar o asistir a un proceso de orientación y/o acompañamiento psicoterapéutico es exclusivo de los “locos” es un tabú que no hemos logrado derribar por completo hoy en día pero, en realidad, este ejercicio dista mucho de ello, de hecho, la mayoría de los consultorios de psicoterapia atienden a gente considerada “normal”, como tú y como yo.


Les contaré una breve historia (síganme y mírense en ella):


Imaginemos que vamos caminando solos, con algo de prisa, al inicio el camino va muy bien, creemos que estamos avanzando y de repente comenzamos a ver muchas desviaciones, atajos y caminos alternos; de pronto alguien se cruza y nos pide que le acompañemos, pero no estamos seguros, aún no sabemos qué camino tomar para continuar, así que no hacemos caso y nos quedamos ahí, paralizados, confundidos… Tal vez si preguntáramos a aquella persona que está parada junto esa puerta podremos saber cuál es el camino correcto, pero mientras caminamos hacia allá no logramos responder a la pregunta ¿a dónde voy? entonces ¿qué hacer, qué decisión tomar?


Justo ese estado de confusión, incertidumbre, malestar, insatisfacción… es el gran motor del ejercicio psicoterapéutico. Podemos asistir a terapia por muchísimas razones, pero aquí sólo les compartiré mi “Top 10” de las que considero más relevantes:

1. Tener algún malestar físico que no ha logrado tratarse y curarse médicamente

2. Tener imposibilidad para tomar decisiones o para decir “no”

3. Ser parte de una o más relaciones “tóxicas” (de pareja, amistad, familia, laboral, etc.)

4. Tener la sensación de no poder lidiar con la realidad o con algún problema

5. Presentar emociones e impulsos intensos e incontrolables

6. Sentir miedo paralizante

7. No poder lidiar con alguna pérdida

8. Generalmente no cumplir con metas y objetivos

9. Sentir insatisfacción constante hacia la vida

10. Sufrir la compañía de otros o los lugares con mucha gente; problemas para socializar.


Terminemos la historia que iniciamos unos par de párrafos arriba…


Entonces, vamos caminando hacia la persona que se encuentra en la puerta, ha comenzado a anochecer y el camino se ve oscuro, no sabemos qué camino tomar tampoco sabemos hacia donde vamos, pero aún así tomamos fuerza para dar el paso; llegamos con esa mística persona, su rostro nos da la impresión de conocerle de antes, de algún otro lugar; nos presentamos y justo cuando nuestra voz está a punto de quebrarse, por la pena, por la incertidumbre, esta persona abre la puerta y nos dice “esta escala es necesaria querido viajero, pasa y descansa que yo te acompaño, hay mucho camino por andar”.


El psicoterapeuta es ese punto de apoyo, que nos acompañará en el viaje hacia nuestro autoconocimiento y resolución de conflictos o malestares. Muchas veces, funcionará como un espejo, que nos devolverá nuestra imagen y retroalimentará para lograr crear consciencia y entendimiento de nuestros procesos psicológicos, relacionales, sociales, etc., con la finalidad de crear una mejor calidad de vida.


Es por esto que la creencia de que sólo los locos van al psicólogo (también aplica para el psicoterapeuta, psicoanalísta, psiquiatra…) debe terminarse, porque no hay ley que diga que para buscar nuestro bienestar antes debimos caer por completo en la locura.


Todos tenemos una historia de vida, que en muchos capítulos dolió o aún sigue doliéndonos y confundiéndonos al momento de seguir. Fluir, soltar, dejar ir, “cerrar círculos” son metas que se alcanzan de mejor manera con trabajo personal comprometido y guiado. El terapeuta será ese reflejo nuestro y ese traductor de lo que aún no hemos logrado comprender por nuestra cuenta.


El ser humano es un ser social, es decir, que requiere del otro para poder sobrevivir y traducirse el mundo; nunca hemos sido independientes al otro, incluso cuando vivimos solos y pagamos nuestras facturas por nuestra cuenta, requerimos de un otro que nos mire, nos escuche, nos de trabajo, etc., entonces ¿por qué esperar a que mis emociones, miedos, angustias, relaciones… se “arreglen” solos?


Ahora, es importante saber que la psicoterapia es un proceso, y como tal, lleva tiempo, es ilógico creer que el malestar que tardó años en cimentarse, se derrumbe y desaparezca en un par de sesiones; por tanto hay que ser valientes y creer en lo fructífero que representa este proceso, en donde la ganancia puede ser invaluable, porque el bienestar va más allá del costo de una consulta, el cual deja de ser un gasto para convertirse en una inversión.


Sandra.


 
 
 

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