Salud mental
- Sandra Rojas Cisneros
- 13 feb 2019
- 2 Min. de lectura
La salud mental comienza con la relación más importante de nuestras vidas: la que entablamos con nosotros mismos.
Culturalmente, nos enseñan a comportarnos con los demás, pero casi nadie nos habla de cómo debemos hacerlo con nosotros. Ignoramos la mayor parte de lo que somos y en ocasiones las preguntas ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿por qué soy así? o ¿hacia dónde voy? resultan difíciles de responder.
La antesala de las buenas relaciones sociales, es la buena relación conmigo. Debemos aprender a estar con nosotros; esto no es una tarea fácil pero tampoco es imposible.
Cuando tenemos un miedo es porque en nuestra historia de vida, algo hizo que así fuera; por lo general, las características de nuestra personalidad han sido construidas, es decir, no nacimos así y de la misma manera en que se construyeron, podemos deconstruirles o instaurar nuevas cosas en su lugar: Si en el pasado aprendí a ser tímido porque mis opiniones no fueron valoradas, en el presente puedo crear estrategias para ser escuchado(a).
Nuestro cuerpo es el contenedor de nuestra mente; son dos instancias que nos permiten movernos por el mundo, crecer, experimentar y relacionarnos, por ello mantenerlas sanas es muy importante, y además, es una tarea personal, que nadie hará por nosotros.
Es difícil escuchar nuestros defectos de la boca de otros pero, a veces, es aún más difícil hacer una lista de nuestras virtudes. Si hacemos un ejercicio en el cual durante un minuto debemos escribir todas nuestras virtudes y defectos ¿cuál lista creen que será más larga?… Por lo general, la segunda gana, porque paradójicamente, nosotros somos nuestro principal y más duro juez.
Por fortuna los seres humanos somos perfectibles, y podemos aprender sobre nosotros y sobre los demás, de manera que podamos tener una relación armoniosa con nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestro espacio (amigos, familia, trabajo, escuela, etc.).
Advierto: No es fácil, uno se topa con fantasmas y monstruos del pasado y presente, pero la ganancia es tan grande que hacernos de una buena dosis de valentía vale la pena por completo. Aprenderé a estar conmigo.

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